Montamos un negocio en Malasia. ¿Isla paradisiaca? Sí, pero solo un rato
De todas las cosas que hemos hecho durante este último año en Asia, el montar un negocio de buceo en una islita de Sabah, desde luego no pasa inadvertida. Aunque esta experiencia no vino sola, ya que compartir el día a día durante 5 meses, con las escasas 15 personas que vivían allí. Sin lugar a dudas, es de las experiencias TOP del viaje.
Vivimos con unas horas de electricidad al día, nos duchábamos al aire libre con agua de lluvia, nuestra casa fue una tienda de campaña y luego un tipi (eso moló mucho), que además se nos llenaba de agua cuando caía el monzón a lo grande. Para desayunar cogíamos papayas y mangos directamente del árbol, teníamos un arrecife de coral con una vida increíble a escasos 3 metros de la playa, convivimos con much@s voluntari@s. Vamos, el paraíso. Sí, ¡¡pero solo un rato!!
Y la realidad es que por muy bonita y paradisiaca que sea una isla, estar día tras día durante 5 meses en una isla de 800m de largo y apenas 200m de ancho, acaba cansando y mucho. Pero lo que es seguro es que no nos aburrimos, ya que no paramos ni un minuto.
Si contásemos esta experiencia en orden cronológico sería un poco caótico y no podríamos profundizar en cada tema, ya que hicimos un voluntariado, probamos suerte con un negocio a la vez que convivíamos 5 meses en una isla minúscula con l@s locales de ahí. Y cada una de estas tres partes de la historia se merecen ser contadas por separadas.
Tres experiencias en una, de las cuales seguro que encuentras información muy útil.
1. Voluntariado
Este ha sido nuestro tercer y último voluntariado, o al menos de momento. Los tres voluntariados los hemos encontrado en la página de workaway. Tanto si no sabes qué es workaway como si ya lo conoces, te recomendamos este post, donde hablamos de nuestras experiencias, y también muchos trucos y cosas que tener encuentra para elegir el voluntariado perfecto.
Bueno, pues este workaway lo hicimos en Sabah, muy cerca de su capital Kota Kinabalu, Malasia. Más concretamente en la isla Dinawan. Una isla privada de 800m de largo y ni 200m de ancho.
La razón por la cual elegimos este y no otro fue porque se trataba de una asociación de conservación marina, y ofrecían la posibilidad de bucear, colaborar en proyectos de concienciación y conservación, replantación de coral… Y también tareas de limpieza y mantenimiento. Y claro, con un perfil así como íbamos a resistirnos. Y a cambio de unas 4-5h de trabajo diarias nos ofrecían las tres comidas, dos días libres y dormir en una tienda de campaña.
Cuando llegábamos a la isla de Dinawan en barca esquivando arrecifes, Ana y yo nos miramos como diciendo: ¡Toma ya, hemos triunfado! Y es que no era para menos. En tremenda islita habíamos caído.
Encima nos encontramos con otros 7 u 8 voluntari@s más y unas 15 personas que eran locales que vivían y trabajaban en la isla, además casi tod@s jóvenes. Con lo que es fácil de deducir que un montón de jóvenes de diferentes partes del mundo en una misma islita, solo puede llevar a pasarlo bien.
Y así fue, de hecho a raíz de este voluntariado hemos decidido que el resto de workaways mejor si los hacemos en un sitio donde haya más voluntarios. Además, el hecho de que haya más voluntarios te permite compartir el tiempo libre cuando has acabado las horas de trabajo, tanto para jugar a algo como para visitar algún sitio, o simplemente para pasar el tiempo charlando. Por lo que si puedes, no lo dudes dos veces, y elige un workaway donde haya más voluntarios.
También aprendimos a no llevarnos a lo personal el trabajo que desempeñamos. Nos explicamos, en la isla de Dinawan, la asociación de conservación marina hacía un trabajo insuficiente en comparación con lo que se podía hacer. Y claro, casi todos los voluntarios que iban pasando por la isla veían igual que nosotros todo lo que no se hacía y se podía cambiar de una manera fácil y gratis.
Pero claro, no éramos los dueños de la isla, no era nuestro negocio turístico, ni nuestra asociación, por lo que no podíamos cambiar nada. Y claro, esto hacía que más de una vez l@s otr@s voluntari@s, y también nosotros, cogiésemos algún que otro cabreo.
Pero al final llegamos a la conclusión de que nosotr@s solo estamos para ayudar en lo que ellos nos pidan y que no podemos aterrizar en un sitio y cambiar las cosas.
Así que nos limitamos a hacer nuestro trabajo que consistía en lo siguiente:
Por las mañanas durante 2 o 3 horas limpiábamos y preparábamos el porche donde venían cada día entre 50 y 100 turistas, chinos en su mayoría, a pasar el día en la isla con un tour que habían contratado. Y algunos voluntarios acompañábamos a los turistas a hacer la guía de snorkel y de paso vigilábamos que no pisaran o tocaran el coral.
Durante las primeras semanas sí que es verdad que fuimos a una conferencia de concienciación, limpiamos una playa con los alumnos de un colegio, replantamos coral… Pero eso duró poco, y pronto pasamos a solo ayudar con l@s turistas.
La mayoría de voluntari@s aunque les supiera mal que el workaway no fuese como ell@s esperaban, se quedaron y cumplieron todo el tiempo que pactaron al principio. Pero algun@s venían única y exclusivamente por el tema de conservación y claro, no tardaron mucho en irse.
Y es que esto de hacer voluntariados con esta web funciona así, si al final el sitio no es como esperas, no haces lo que te interesa hacer o incluso te hacen trabajar demasiado, puedes irte cuando quieras, nadie te obliga a nada.
Pero bueno, aunque la parte de la conservación marina fuera prácticamente inexistente, el hecho de estar en una isla paradisiaca en la que podíamos hacer kayak, bucear entre miles de peces, tumbarnos en la hamaca, ver atardeceres espectaculares, jugar a billar, fútbol… y sobre todo, con un montón de gente joven, hizo que el voluntariado fuera divertido cada día.
2. Montamos un negocio en Malasia
Este tema nos dio más de un dolor de cabeza, pero también buenos momentos y, sobre todo, aprendimos muchísimo.
Ana había tenido un estudio de fotografía, pero nada que ver con un negocio de buceo. Y yo solo había trabajado para otros en otros sectores, por lo que no sabíamos muy bien por dónde empezar. Y además, en Malasia y sin mucho dinero. Vamos, que la cosa prometía.
La idea de montar este negocio de buceo, ya estaba hablada antes del inicio de nuestro viaje en marzo de 2018. Solo pensábamos en este plan como opción C o D, y solo si veíamos la oportunidad muy clara. Pero como igualmente ya nos tocaba ir a Australia o a Europa a reponer hucha, pues pensamos que por qué no intentar hacer dinero por nuestra cuenta, ya que lo veíamos bastante claro.
El negocio en cuestión solo se trataba de una “máquina”, que hacía que el buceo fuese infinitamente más fácil, y apto para todo el mundo. Por lo que cualquiera que hiciera snorkel podía probar esta actividad con un pequeño breafing al principio. Y sin saber por dónde empezar, nos pusimos al lío.
Elegimos esta isla principalmente por 3 grandes ventajas.
La primera es que cada día llegaban entre 50 y 100 turistas para pasar el día en nuestra pequeña playa.
Y estos turistas solo buscaban actividades acuáticas como hacer snorkel, moto de agua, kayak… Y cosas por el estilo. Así que un tema tan importante como atraer clientes ya estaba resuelto. Además, nosotros añadíamos esta modalidad de buceo al menú de actividades. Todos ganábamos.
El segundo motivo es que a escasos 3 metros de la playa, teníamos un arrecife privado lleno de vida y a unos 3-4m de profundidad. Esto facilitaba el mover el equipo de buceo y a la vez nos permitía proteger de primera mano ese arrecife, ya que si lo usábamos para bucear no se permitía hacer snorkel en la misma área. Dos pájaros de un tiro.
Y el tercer y último gran motivo fue que la gente de la asociación de conservación marina, estaban de acuerdo con nosotros en probar este negocio un par de meses en plan pirata, y si funcionaba, volverlo todo legal con el tiempo. Así que podíamos probar sin necesidad de empezar con todo el papeleo, que por otro lado lo desconocíamos totalmente.
También influyó mucho, en que el beneficio iba a estar destinado en parte a ayudar a esta asociación. Aunque no estuviéramos muy de acuerdo con todo lo que hacían, pero eso lo aprendimos con el tiempo.
Con las ideas claras, preparamos una campaña de marketing en Redes Sociales, nos dimos a conocer con l@s touroperador@s que mandaban turistas a Dinawan Island, probamos la actividad con l@s guías turístic@s para que la conociesen, elegimos nombre, Ana diseñó un logo, hicimos carteles, fichas y más. Vamos, que solo nos faltaba meternos en el agua.
El primer mes nos fue bastante bien, y estábamos más que motivad@s a seguir pero a mitad del segundo mes entró la temporada baja. Y aquí acabó todo.
No nos dio tiempo a ganar dinero suficiente como para aguantar hasta la llegada de la próxima temporada alta. Y… ¿por qué no nos informamos de cuándo empezaba y acababa la temporada alta? Lo hicimos. Y no se cumplió el calendario, así que abortamos misión.
De todo esto aprendimos:
-No montar un negocio en un lugar tan pequeño y remoto, ya que cada día se vuelve una copia del anterior y esto aburre a morir (isla paradisiaca, sí, pero solo un rato).
-Dejar algo de hucha para aguantar el tirón del inicio. Ya que si hubiéramos tenido algo de colchón hubiéramos podido aguantar hasta la siguiente temporada alta.
-Y por último, no pensamos en las condiciones en que vivimos en la isla a largo plazo. A las 4 de la tarde quitaban la electricidad, si llovía mucho, el tipi se llenaba de agua, que no era gran problema, pero cuando caía una buena lluvia de monzón cada día durante 4 o 5 días seguidos, perdía un poco la gracia. Al medio día siempre teníamos los mismos 8 platos de buffet, que después de 5 meses era olerlo y se nos iba el hambre en seco. Y pequeñas cosas que a larga nos pesaban un poco.
Pero nos divertimos un montón. Buceábamos cada día, cuando venía normalmente un@ chin@ que quería bucear y no sabía nadar, se creaban situaciones muy graciosas. Y también cuando la gente quedaba satisfecha molaba mucho y nos sentíamos content@s.
3. Vivir con locales 5 meses. La gente local de la isla y voluntarios
Esto es de las cosas TOP del viaje. Pero no solo de Malasia, sino del año que hemos estado viajando por Asia.
Desde que llegamos a este workaway, siempre hemos estado con much@s voluntari@s, a veces más a veces menos, pero casi siempre hemos sido un buen grupo de gente joven. Y esto le ha dado un valor a nuestra estancia en la isla increíble, porque cada día teníamos bromas, juegos, actividades… con otr@s viajer@s y mochiler@s.
Pero aunque el estar con tantos voluntari@s haya sido una muy buena experiencia, lo mejor ha sido vivir 5 meses con gente local en la pequeña isla de Dinawan.
La gente local de la isla eran 15 personas más o menos, y en su mayoría jóvenes. Desde el primer día nos aceptaron como si fuéramos un@ de ell@s, y a medida que pasaban los meses, l@s voluntari@s iban y venían mientras que nosotros estábamos ahí día tras día. Por lo que llegó un momento en el que éramos como una verdadera familia.
Al pasar tanto tiempo con ellos aprendimos bastantes palabras en malayo, y esto producía constantemente risas. Ya de por sí, en Malasia la gente es una pasada, pero compartir el día a día con ellos es otro nivel. A pesar de que vivían en chabolas de chapa construidas por ell@s, y no tenían apenas dinero, siempre estaban contentos, alegres y dispuestos a bromear y jugar.
Muchos de ell@s no tenían estudios ni cultura. Pero tenían otro tipo riquezas que hace mucha falta en occidente.
Siempre estaban dispuest@s a ayudar a quien sea cuando sea, ni dudaban un segundo en compartir lo que tenían. No juzgaban a nadie por fe@, gord@, delgad@… Y sus bromas nunca iban con mala intención o para reírse de alguien y ofender.
Compartían todo lo que tenían sin cuestionarse esto es mío. Cada día un@ trabajador@ llevaba la camiseta, las gafas de sol o los auriculares para escuchar música de otro. Prácticamente no existía la propiedad privada para ell@s.
Conocimos a un bebé recién nacido, también uno de los trabajadores nos invitó a su boda típica malaya.
Eso fue muy divertido, fuimos Ana y yo con todos l@s trabajador@s de la isla. Nos vestimos algo “elegantes”, y cuando estábamos tod@s list@s nos subimos a la barca y nos fuimos. Tuvimos el privilegio de ser una especie de invitad@s de honor o algo parecido, y participamos en una especie de ritual tradicional, y que no lo debimos hacer muy bien, porque al pasar las semanas aun se reían recordando nuestra actuación.
Una de las cosas que hemos buscado con esto de viajar es el conocer de primera mano la vida local. Y aunque el viajar de mochiler@ te acerque mucho a este propósito, el tema de l@s voluntariad@s de workaway lo acerca aun más. Y si encima haces como nosotr@s y pasas esa barrera para estar casi medio año viviendo con locales, pasas a convertirte en un@ de ell@s y a cumplir ese propósito al 100%.
Esperemos que os haya gustado este post y que os sirva de referencia que no es tan difícil empezar, lo difícil es acertar con el sitio y la gente. Nosotros estamos muy contentos con esta experiencia y, quién sabe, quizá en un futuro leáis otro post de que encontramos el sitio perfecto y vivimos de ello. Todo suma, en un viaje y en la vida en general.